El alcoholismo en adolescentes: una enfermedad que requiere comprensión y prevención
- Salvador Lecaros
- hace 3 días
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El alcoholismo es una enfermedad crónica caracterizada por un patrón problemático de consumo de alcohol. Esta sustancia actúa como un psicoactivo que puede generar dependencia y ocasionar graves daños a la salud física y mental. Su uso prolongado aumenta el riesgo de enfermedades crónicas, trastornos mentales y diversos problemas sociales.

¿Cómo identificar el consumo riesgoso y el alcoholismo?
La Organización Mundial de la Salud (2024) define el alcoholismo como un trastorno conductual crónico marcado por el consumo reiterado de alcohol en cantidades que superan las normas sociales y que afectan negativamente la salud, la economía y las relaciones de la persona.
En adolescentes y jóvenes, el consumo riesgoso puede traer consecuencias importantes: bajo rendimiento académico, conflictos familiares y cambios abruptos en la conducta. Cuando pierden el control, pueden beber en secreto, presentar lagunas mentales, mostrar actitudes agresivas o antisociales y, en casos graves, requerir hospitalización o incluso intervención policial.
Opciones de tratamiento
El pilar fundamental del tratamiento, especialmente en etapas tempranas de enfermedades asociadas como la cirrosis hepática alcohólica (CHa), es la abstinencia total de alcohol, independientemente del nivel de daño alcanzado.
No obstante, existen otros enfoques terapéuticos que pueden complementar el proceso:
Apoyo farmacológico: Medicamentos como la naltrexona o el baclofeno ayudan a disminuir el deseo de beber y sostener la abstinencia.
Manejo nutricional: Una adecuada intervención alimentaria contribuye a reducir infecciones y mortalidad.
Tratamiento de complicaciones avanzadas: En casos de daño hepático severo, se abordan complicaciones como ascitis o peritonitis bacteriana espontánea mediante terapias específicas, incluidos antibióticos. Cuando hay falla hepática y el daño es irreversible, el trasplante hepático se convierte en una alternativa que mejora el pronóstico y la supervivencia.
Estrategias de prevención
Aunque algunos tratamientos pueden parecer drásticos, la clave está en intervenir antes de que el problema avance. Por eso, la prevención primaria es fundamental para reducir el consumo riesgoso en la población joven.
Intervenciones breves: Una vez identificado el consumo de riesgo, permiten orientar, informar y promover cambios en los hábitos de consumo.
Psicoeducación: Es esencial que los jóvenes comprendan los efectos biológicos, psicológicos y sociales del alcohol, mediante estrategias didácticas que comparen el funcionamiento normal del organismo con el deteriorado por su consumo.
Participación de la comunidad educativa: Involucrar a estudiantes, familias y docentes facilita un mensaje coherente y establece una red de apoyo sólida.
Promoción de actividades alternativas: Fomentar espacios recreativos, culturales y deportivos ofrece opciones saludables y fortalece la integración social de los adolescentes.

El rol del acompañamiento
El acompañamiento constante es un factor clave para cualquier adolescente que consume alcohol, ya sea en forma riesgosa o problemática. Padres, cuidadores, profesores y adultos significativos cumplen un rol decisivo al ofrecer contención emocional, supervisión, orientación y modelos saludables. Contar con adultos disponibles, informados y capaces de sostener conversaciones abiertas no solo mejora el rendimiento y bienestar del joven, sino que también fortalece a su grupo de pares y a la comunidad que lo rodea. El mensaje es claro: nadie enfrenta este proceso solo, y la presencia activa de los adultos puede marcar una diferencia profunda en la trayectoria de vida de un adolescente.
Referencias:
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