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Salud mental en la adolescencia: señales tempranas de alerta



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La adolescencia es una etapa compleja y llena de transformaciones que afectan todas las dimensiones del desarrollo humano: la biológica, la social, la psicológica y la emocional. En este período, los jóvenes comienzan a establecer vínculos más profundos y duraderos, exploran su sexualidad, su identidad, intereses, necesidades y motivaciones, y buscan tanto su individualidad como su lugar dentro de la sociedad. Este proceso puede resultar abrumador, no solo para los propios adolescentes, sino también para sus padres, quienes con frecuencia se preguntan si los cambios que observan en sus hijos son parte de un desarrollo saludable o si podrían ser señales de un problema más serio.



En este artículo, se presentarán algunas señales de alerta en salud mental que suelen manifestarse en la adolescencia y que pueden indicar la presencia de problemas subyacentes.



●      Aparición de conductas de riesgo: Es habitual que durante la adolescencia los jóvenes comiencen a experimentar con sustancias como el alcohol o el tabaco con sus grupos de amigos, o que adopten conductas impulsivas sin considerar sus consecuencias. No obstante, es fundamental prestar atención cuando estas conductas se vuelven frecuentes y/o intensas, ya que pueden ser señales de un problema de salud mental o convertirse en uno por sí mismas. Entre las conductas de riesgo que deben considerarse se incluyen: el consumo excesivo de alcohol u otras drogas, relaciones sexuales sin protección, ausencias reiteradas e injustificadas en el colegio, participación en actos como robos, peleas, daños a la propiedad privada o escaparse de la casa. (Maturana, 2019)


●      Autolesiones e ideación suicida: La presencia de conductas autolesivas es una de las principales señales de alerta de un posible problema de salud mental. Estas pueden corresponder a cortes, quemaduras, golpes o también puede manifestarse como un comportamiento autodestructivo, evidenciándose en una falta de preocupación por la propia seguridad y la participación en actividades de riesgo. La ideación suicida se puede identificar en expresiones que refieren, por ejemplo, a una sensación de desesperanza o falta de control sobre las cosas que hacen, deseos de no querer vivir, falta de interés por la vida, el futuro o por sí mismos, así como comentarios que reflejan una autoculpa excesiva o  sentimientos de autodesprecio. (De la torre, 2013)


●      Cambios significativos de conducta: Las alteraciones repentinas o inusuales en el comportamiento habitual de un adolescente pueden ser señales de una posible dificultad. Algunos ejemplos son el aislamiento repentino en jóvenes que solían socializar con frecuencia, disminuciones importantes en el rendimiento escolar, la pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban o un uso excesivo de dispositivos tecnológicos y redes sociales.


●      Cambios repentinos en el apetito, hábitos de sueño o de higiene: Es normal que muchos adolescentes duerman más que los adultos, que se acuesten más tarde de lo recomendable o que tengan horarios irregulares para comer. Sin embargo, cuando se presentan cambios como pérdida o aumento repentino del apetito, variaciones significativas de peso, insomnio, dificultad para dormir o, por el contrario, exceso de sueño, especialmente durante el día, es importante prestar atención, ya que pueden ser señales de alerta. Lo mismo ocurre con alteraciones en los hábitos de higiene, como descuidar la apariencia personal, no cepillarse los dientes o dejar de bañarse.


●      Altos niveles de ansiedad y alteraciones en el estado de ánimo: La irritabilidad, los cambios de humor y las preocupaciones son típicas en esta etapa de la vida. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve un problema, esta puede expresarse a través de preocupaciones constantes y desproporcionadas, dificultad para concentrarse, sensación de inquietud y una actitud nerviosa o tensa (Díaz Santos y Santos Vallín, 2018). Además, pueden mostrarse más sensibles o reactivos ante situaciones que normalmente no causarían preocupación, así como experimentar cambios en el sueño o en sus hábitos alimenticios. También es importante poner atención a las quejas somáticas: dolor de cabeza, dificultad para respirar, dolor de estómago o taquicardias; y a los estados permanentes e intensos de enojo, frustración o tristeza, con alta reactividad emocional.

 


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Es importante tener en cuenta que muchas de estas conductas pueden formar parte del desarrollo normal en adolescentes sanos, como asumir riesgos sin medir las consecuencias o mostrarse más irritables o desafiantes de lo habitual. Lo que marca la diferencia es la intensidad y la frecuencia de estos comportamientos, especialmente si implican un cambio notable en su forma de actuar. Esto cobra aún más relevancia si el adolescente está atravesando situaciones estresantes, como cambios de casa o de colegio, duelos, enfermedades, pérdida de vínculos importantes, separación de los padres, acoso escolar o si ha sido testigo o víctima de eventos traumáticos como desastres naturales, accidentes o delitos.


Ante cualquier duda, lo más recomendable es acudir a un profesional de la salud mental, quien podrá evaluar si existe algún problema y cómo abordarlo, brindando el apoyo que el adolescente y su familia necesiten.



Referencias


De la torre,  M.  (2013).  Protocolo  para  la  detección  y  manejo  inicial

de     la     ideación     suicida.     https://www.uam.es/uam/media/

doc/1606899112098/protocolo-ideacion-suicida.pdf


Díaz Santos C. y Santos Vallín L. (2018). La ansiedad en la adolescencia. RqR Enfermería Comunitaria (Revista de SEAPA),6(1), 21-31.


Maturana, A. (2019). Consumo de alcohol y drogas en niños y adolescentes. En C. Almonte y M.E. Montt (Ed.), Psicopatología Infantil y de la Adolescencia. (3ª ed.). (pp. 366-394 ). Mediterráneo.

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