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Coparentalidad en Separaciones Conflictivas: Impactos en la Salud Emocional de Niños, Niñas y Adolescentes

La coparentalidad se refiere a la capacidad de dos adultos responsables de un niño o niña de colaborar y coordinarse en las tareas de crianza, incluso cuando la relación de pareja ha terminado. Cuando esta coordinación ocurre en un contexto de alta conflictividad, puede convertirse en un factor de riesgo para el desarrollo emocional infantil. Este artículo revisa evidencia académica reciente sobre los efectos de la coparentalidad conflictiva en niños, niñas y adolescentes, integrando conceptos de la psicología del desarrollo, la teoría sistémica y la investigación contemporánea sobre separación parental.


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1. Coparentalidad y conflicto: distinción necesaria

Es importante comprender la diferencia de lo siguiente:

Conflicto conyugal: problemas entre los adultos como pareja.

Conflicto coparental: dificultades para cooperar en la crianza después de la ruptura.

Los estudios han demostrado que no es el divorcio o la separación lo que afecta negativamente a los hijos, sino el conflicto persistente entre los adultos en su rol parental (Kelly, 2012; Emery, 2016). Por lo tanto, se considera que la coparentalidad conflictiva constituye un riesgo psicosocial relevante.


2. Efectos del conflicto coparental en el desarrollo emocional

2.1. Aumento de síntomas de ansiedad y depresión

Cuando los niños están expuestos a discusiones constantes, tensiones intensas o a la sensación de “tener que elegir” entre sus padres, experimentan un estado de alerta permanente que puede derivar en ansiedad, irritabilidad o tristeza profunda (Cummings & Davies, 2010).

2.2. Dificultades en la regulación emocional

El desarrollo de la regulación emocional depende, en parte, de contar con adultos que modelen estrategias adecuadas para manejar el estrés. En contextos de conflicto, los niños no encuentran estas referencias y pueden reaccionar con impulsividad, llanto fácil o evitación (Grych & Fincham, 1990).

2.3. Lealtades divididas y sentimientos de culpa:  Muchos niños sienten que deben proteger o complacer a ambos padres, lo que genera confusión, angustia y desgaste emocional. Este fenómeno, llamado triangulación, es uno de los predictores más fuertes de malestar psicológico infantil.

2.4. Impacto en el autoconcepto y la identidad

Los niños construyen su identidad a partir de la mirada de sus figuras de apego. Cuando escuchan descalificaciones mutuas entre sus cuidadores, pueden internalizar estas críticas y desarrollar un autoconcepto negativo o inestable (Amato, 2010).



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¿Por qué el conflicto afecta tanto? 


Desde la psicología del desarrollo, la separación conflictiva coloca al niño en una situación emocional desbordante para su edad. La teoría sistémica explica que estas dinámicas alteran el rol que debería tener cada miembro de la familia, llevando al niño a posiciones que no corresponden: mediador, aliado, juez o portavoz (Minuchin, 1974).

Además, la neurociencia señala que el estrés crónico afecta áreas del cerebro vinculadas a la regulación emocional, especialmente en etapas tempranas del desarrollo (Shonkoff, 2012).



    Factores protectores y estrategias de mitigación

A pesar de los riesgos, la evidencia muestra que es posible reducir significativamente el impacto negativo si se consideran los siguientes factores:

1. Presencia de al menos un adulto emocionalmente disponible

La investigación señala que un solo cuidador estable y afectivo puede proteger al niño del daño emocional prolongado (Walsh, 2016).

2. Comunicación coparental mínima y funcional

No es necesario que los padres tengan una relación cercana, pero sí una comunicación básica centrada en el bienestar de los hijos.

3. Evitar exponer a los niños al conflicto

No incluirlos en disputas, conversaciones legales ni críticas hacia el otro progenitor.

4. Narrativa coherente y no polarizada

Los niños necesitan escuchar mensajes claros como:

  • “Tú no eres responsable del conflicto”.

  • “Ambos te queremos”.

  • “Las decisiones adultas las resolvemos los adultos”.

5. Apoyo psicológico

La intervención temprana permite que los niños expresen sus emociones, elaboren sus temores y recuperen sensación de seguridad.



La coparentalidad en contextos de alta conflictividad tiene repercusiones significativas en la salud emocional de niños, niñas y adolescentes. Su impacto no radica solamente en la presencia de una separación, sino en la manera en que los adultos gestionan su relación posterior. Comprender este fenómeno desde una mirada multidimensional, psicológica, sistémica y social, permite orientar intervenciones que promuevan prácticas de crianza más respetuosas, protectoras y centradas en el bienestar del niño. El desafío actual es fortalecer la educación emocional, garantizar entornos seguros y brindar apoyo oportuno a las familias, especialmente cuando el conflicto amenaza con vulnerar los derechos y el desarrollo de los hijos/as.



Referencias

  • Amato, P. (2010). Research on Divorce: Continuing Trends and New Developments. Journal of Marriage and Family.

  • Cummings, E., & Davies, P. (2010). Marital Conflict and Children: An Emotional Security Perspective. Guilford Press.

  • Emery, R. (2016). Two Homes, One Childhood.

  • Grych, J., & Fincham, F. (1990). Children’s Appraisals of Marital Conflict. Child Development.

  • Kelly, J. (2012). Risk and Protective Factors Associated with Child and Adolescent Adjustment Following Separation and Divorce.

  • Minuchin, S. (1974). Families and Family Therapy. Harvard University Press.

  • Shonkoff, J. (2012). The Science of Early Childhood Development. Center on the Developing Child, Harvard University.

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