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Acompañando a Niños y Adolescentes en la Pérdida de una Mascota

En los últimos años, la percepción cultural de los animales ha cambiado drásticamente. Ya no son vistos simplemente como animales que cuidamos, sino como miembros plenos e integrales de la familia. De hecho, estudios indican que hasta un 90% de los propietarios considera a sus mascotas como parte de su familia.


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Hoy en día, donde los vínculos afectivos trascienden la especie, es común que los cuidadores se identifiquen como "padres de mascota" y se refieran a sus animales como "hijos" o "hermanos". Esta profunda integración afectiva en la familia es la razón por la cual, cuando una mascota fallece, el dolor es real y profundo. La pérdida de una mascota es, frecuentemente, la primera experiencia directa que un niño tiene con la muerte, y puede tener un impacto significativo en su salud mental.



Entendiendo el Duelo Infantil


El dolor no es proporcional al tamaño del ser perdido, sino a la magnitud del vínculo, y las mascotas tienden a ser uno de los primeros vínculos seguros que establecen los niños. Las mascotas actúan como confidentes, aportan seguridad y fomentan la empatía.

Los adultos a menudo intentan "proteger" a los niños del dolor, pero ellos perciben la tristeza del hogar y necesitan ayuda para procesar sus propias emociones y la tristeza compartida. De hecho, estudios confirman que esta pérdida puede ser una experiencia traumática asociada a un aumento en los síntomas de psicopatología.

Su duelo puede expresarse de distintas formas según la edad:

  • Preescolares (3-5 años): Ellos no entienden que la muerte es permanente. Pueden preguntar repetidamente por la mascota o mostrar regresiones (ej. mojar la cama).

  • Edad Escolar (6-10 años): Comienzan a entender la finalidad. Pueden manifestar síntomas físicos (dolor de estómago), ansiedad por separación o miedo a que otros mueran.

  • Adolescentes (11+ años): Pueden aislarse, buscar apoyo solo en amigos o mostrar un "duelo aplazado" (retrasar la emoción para parecer "fuertes").


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Cómo acompañar a nuestros niños, niñas y adolescentes:


Como cuidadores, el rol no es evitar el dolor, sino validarlo, contenerlo y acompañarlo.

  1. Valide el Dolor: Intente decir: "Es normal estar tan triste, yo también lo/la voy a extrañar". Evite minimizarlo con frases como "solo era un animal" o "te compraremos otro".

  2. Sea Honesto y Claro: Use la palabra "muerte". Evite euphemismos como "se fue a dormir para siempre", ya que pueden generar miedo  o la falsa esperanza de que volverá.

  3. Maneje la Culpa: Es un sentimiento común, especialmente si hubo un accidente o eutanasia. Tranquilice al niño explícitamente: "No fue tu culpa. La decisión se tomó por amor, para que dejara de sufrir".

  4. Cree Rituales de Despedida: Los rituales ayudan a dar un cierre. Escribir una carta, hacer un altar, un dibujo o crear una "caja de recuerdos" con su collar honra su memoria.

  5. No Apresure el Reemplazo: Dese un tiempo para sanar. Reemplazar al animal inmediatamente puede enviar el mensaje de que el ser querido era fácilmente reemplazable.


Señales de alerta y el camino a la resiliencia


La tristeza es normal, pero se debe buscar ayuda psicológica si el duelo es complicado (el dolor no disminuye con los meses) o si los síntomas interfieren gravemente con la vida diaria del niño (no querer ir al colegio, aislamiento extremo, problemas de sueño persistentes).

Aunque dolorosa, esta pérdida, manejada con apoyo, puede fomentar la resiliencia en quienes la sufren. Investigaciones sugieren que superar un duelo en la infancia puede correlacionarse con una mejor regulación emocional en la adultez. Por esto, es que acompañar en este duelo, puede enseñarles a navegar en la vida.



Agradecer la oportunidad de amar


Duele dejar ir, duele el despedirse de nuestras mascotas, pues llegan a tocar nuestro corazón. Pensamos en ellos cuando no están, nos enojamos cuando hacen algún destrozo en la casa, nos molestan, nos hacen reír, nos enseñan a amar y nos abren un nuevo mundo de relaciones y afectos. El conectar con un animal es especial, y por eso, es importante validar el dolor, el duelo, y agradecer el tiempo compartido hasta el último segundo, agradecer cada caricia, cada sonrisa, cada paseo y cada acto de amor. Nosotros somos el mundo entero de nuestras mascotas, y cuando se van dejan una huella imborrable en nuestros corazones. Vivamos el duelo, y agradezcamos el haber compartido junto a ellos.


Nota del autor: "Para Magnolia, la perrita más divertida que he conocido, y que inspiró este artículo. Que en paz descanse"



Referencias


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Ceberio, M. R., & Videla, M. D. (2020). Las mascotas en el genograma familiar. Ciencias Psicológicashttps://doi.org/10.22235/cp.v14i1.2112

Crawford, K. M., Zhu, Y., Davis, K. A., Ernst, S., Jacobsson, K., Nishimi, K., Smith, A. D. A. C., & Dunn, E. C. (2020). The mental health effects of pet death during childhood: is it better to have loved and lost than never to have loved at all? European Child & Adolescent Psychiatry30(10), 1547-1558. https://doi.org/10.1007/s00787-020-01594-5

Gutiérrez, G., Granados, D. R., & Piar, N.  (2007). Interacciones humano-animal: características e implicaciones para el bienestar de los humanos. Revista Colombiana de Psicología,  (16), 163-183.

López Gómez, A. R. (2015). El duelo que experimentan los niños por una pérdida significativa [Trabajo de Fin de Grado]. Universidad de las Islas Baleares.

 

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